domingo, 22 de marzo de 2009

A

Durante mi infancia-adolescencia, ella fue mi dolor de cabeza. La consentida de mis padres, por ser la mas pequeña. La niña que podía hacer sin consecuencias. Una niña que fue completamente mimada y de la cual no sabía casi nada. Preferí no tener contacto cercano con ella, ni con nadie más de mi familia, encerrado en mi propio mundo.

Sin embargo, ella fue quien me abrió los brazos cuando llorando por mi primer relación oficial le confesé que soy gay.

"hijo de la chingada, me bajaste a S." fue lo que me dijo mientras me abrazaba.

A partir de ahí, se convirtió en complice de todos mis romances, mis dramas y mis desventuras. Fue gran amiga de muchos de mis ex's y tambien su peor enemiga cuando llegaron a hacerme algo.
Fue entonces cuando la empecé a conocer, como adolescente indomable, como fiera rebelde con una tenacidad y capacidad enorme de comerse al mundo no de un sólo bocado, sino disfrutándolo en cada instante.

Ahora, la admiro mucho, en demasía, a pesar de ser 6 años menor que yo, ha sido mi soporte más grande. Es la que me saca del hoyo junto con otras personas más. Es la que me ama, como hermano que soy, con todo el paquetote que traigo encima.

Ella ha pasado por cosas muy graves en su vida, antes me lo ocultaba porque pensaba que actuaría en la forma equivocada. Ahora, me ha confesado un problema que ha oscurecido a mi familia desde el año pasado, un problema que yo ya he librado pero a ella le puede afectar.

Y estaré ahí para ella, porque ella siempre ha estado para mí.

Y sé que va a salir bien... tiene que hacerlo, quiero que me llene la vida de alegría con todos los sobrinos maravillosos que deba malcriar, tiene que ser una mamá feliz y rebosante, escandalosa y libertina, de esas que les dan condones a los hijos cuando son adolescentes.

Si, hermana, tu lo serás...

Estoy contigo...

te amo.

No hay comentarios: