miércoles, 23 de marzo de 2011

Tregua conmigo mismo.

Hoy fue uno de esos días donde alguien dio un duro acicate a mi persona, de esos que te ponen analizarte a consciencia y que te impactan.
En mi caso, ese golpe entró muy dentro, penetrando capa por capa de todo lo que había formado y llevándome a un enorme flashback al pasado. A la época donde todo comenzó a cambiar.
Mi yo anterior se confrontó a mi yo actual. Dialogaron, discutieron y se gritaron de una manera que aún estoy asimilando. Es sorprendente cuanto cambio he tenido en este tiempo. Muchos para bien, algunos pocos para mal.
Creo que lo que más difícil era para mi es el perdón. No hacia los demás, sino hacia mí mismo. Una tregua entre los dos.
Mi yo anterior, Eduardo, blasfemaba en contra de mi yo actual. Abandonar toda aquella vida "social" que tenía donde sólo ahí se sentía parte de un todo fue un cambio drástico. Esa parte de mi siempre maldecía mi nuevo yo, un lobo "solitario" que no busca desesperadamente la aceptación de los demás, que le basta con los seres que le rodean y que se interesan por quien es, no por lo que aparenta.
El yo actual, Goethe, ya no busca combinar ropa, peinarse a la moda, o tener que cumplir el código de vestimenta que los demás imponían. Goethe se siente cómodo con unos jeans y sus playeras favoritas, esas que no tienen que ver con marcas, con estar "fashion" y etiquetado. Me pongo lo que tengo y lo que quiero, colorido o seco. Eduardo era todo lo contrario.
Goethe acepta la diversidad de mentes que están a su alrededor. Consciente de la superficialidad que muchas veces encuentra en su haber diario, y del cansansio que ha dejado en los demás. Ha aprendido a tomar la vida como es y a dejar camino libre a los demás, poco a poco, aún cuando Eduardo quiere a veces actuar. Ya no necesito poner esa máscara de aprobación ante cosas con las que no comulgo sólo por mantener un ambiente relajado, aunque eso causara un conflicto moral en mi interior. No todo se puede controlar, ni puedes ayudar a arreglarlo. Dura lección.

Goethe y Eduardo están en paz, se han aceptado. Uno no es el otro. Sin embargo, se entienden. y se aceptan. Se perdonan. Me perdono.

Estoy en paz. Gracias por ese golpe de hoy, D.

No hay comentarios: