domingo, 8 de febrero de 2009

Hunter (IV)

Te miré a lo lejos y supe que eras tú. El olor de tu sangre me había guiado hasta aquel lugar, que desgraciadamente se encontraba lleno de personas. Maldición. No sería tan facil lograr mi cometido.

Deambulé entre la gente, tratando de parecer alguien normal. Tu también lo hacías, no se si pretendiendo o si realmente no habías "despertado". Trataba de no perderte de vista, aunque eso no era imposible ya que estabas sentado junto a tus amigos en una mesa junto a la fuente del jardín.

Me dediqué a observarte fijamente, analizando cada detalle con presición. Notaba como tus manos acomodaban el cabello que caía en tu frente con masculinidad y elegancia. A veces, mojabas tus labios mordiendo el piercing que tenías justo a la mitad del inferior. No perdías detalle de lo que tus amigos te decían aún cuando necesitabas tomar un poco de cerveza o fumar tus cigarrillos. Parecías alguien normal.

Una voz interrumpió mi labor. Un chico se había acercado hacia mí preguntando algo tonto para entablar conversación. No puse atención a lo que el decía ya que realmente no me interesaba. Sin embargo, no podía evitar fingir cortesía para no levantar sospechas en caso de que tuviera que actuar rápido. El chico me invitó a bailar y me negué. Entonces, me invitó una bebida y no tuve más remedio que aceptar. Es una de las pocas cosas humanas que no puedo dejar de disfrutar.
Pasaron las horas, te seguía observando entre las sombras de la penumbra nocturna. En un momento, tus amigos y tu se levantaron al parecer con la intención de marcharse de ahí.

Discretamente, subí al techo con rapidez, nadie debía notar lo que hacía. Como un felino, me acerque sigilosamente hasta una zona de comodidad, donde pudiera observate sin que lo notaras.
Sin embargo, volteaste la cara hasta donde estaba yo. Afortunadamente tuve tiempo de esconderme.

Subiste al auto de tus amigos y comenzaron su marcha. Comencé a seguirlos tratando de evitar poner mi presencia en notoriedad. Las calles a esas altas horas de la noche eran solitarias así que fue facil escabullirme entre techos y arboles que me permitían apresurar mi paso. El viento golpeaba mi cara con suavidad a pesar de la velocidad en la que iba.

Llegaron a lo que supuse era la zona de tu casa. Apagaron las luces y saliste del auto, probablemente no querías despertar a ninguno de tus vecinos. El vehiculo comenzó a marcharse mientras tu caminabas rumbo a tu puerta...

Era ahora o nunca.

Mientras tratabas de abrir la puerta principal, me situé rapidamente detrás tuyo, causando una brisa que hizo que tus hombros se encogieran un poco. Instintivamente volteaste lentamente y pude ver como tus ojos pasaban de un estado tranquilo a la incredulidad y finalmente a una sorpresa terrorífica. Antes de que pudieras gritar o decir palabra, te tomé fuertemente para elevarnos por los aires, no era una buena idea hacer lo que tenía que hacer frente a tu hogar y con posibles testigos. Te tomé hasta llevarte a un lugar lo suficientemente retirado de la civilización.

Te solté e instintivamente te dejaste caer al suelo, retrocediendo como un pequeño ratón asustado pero al mismo tiempo analizando la situación.

-Quien o qué eres? - preguntaste con miedo.
-Eso no importa, he venido por tí- respondí fríamente, acercandome paso a paso hasta donde tu figura aterrorizada descanzaba sobre la tierra. -, sabes quien soy?, no es así?
-No tengo ni puta idea! - gritaste amenazadoramente - No sé que quieres de mí pero no voy a permitir que me hagas nada!

Te miré y no pude más que sonreir resignado. Esta pelea sería facil y aburrida, debido a tu desconocimiento de lo que pasaba. O de quien eras realmente. Sería como un lobo jugando con un pequeño ratón. Por lo menos podría divertirme un poco contigo.

Rocé tu cara lentamente, sintiendo la suave textura de tu piel. Te tomé del cuello con rapida violencia y te arrojé unos metros adelante. Gritaste de dolor cuando caíste. Y tus gritos me emocionaban.

-Dejamé en paz! - gritaste - Yo no te conozco ni te he hecho nada.
-No, no lo has hecho, pero tu presencia es molesta en este mundo. O mejor dicho, peligrosa. Necesitas morir.

Me miraste con asombro, no comprendías mis palabras y pude ver que el miedo te invadía. Comenzaste a correr rapidamente, o lo que tu cuerpo te permitía. Yo solo te observaba divertido mientras te escondías entre la maleza del campo. Basto un simple segundo para encontrarme detras de tí, tirando de tu ropa mientras te aterrorizabas más y más.

Debido a la caída, un poco de sangre salía de tu frente, tomé un poco con mis dedos y la llevé a mi boca. Definitivamente tenía ese sabor característico de los "despertados", aún si no te dabas cuenta. En ese momento pensé en la posibilidad de que despertaras y así mejorar el sabor y la situación. Sin embargo, nadie ha encontrado la formula para predecir un despertar.

Decidí terminar con todo en un instante, estaba demasiado aburrido debido a tu miedo, así que todo terminaría rápido. Te presione hacia el suelo estrujando con violencia tu pecho, mientras gritabas y me veías con los ojos desorbitados de terror, alcé mi mano preparandola a a travesar tu garganta y con un movimiento veloz quisé cortar tu cuello... pero habias desaparecido.

Te encontrabas a unos metros frente a mí.

Tu cuerpo jadeaba, tus manos trataban de impedir el dolor que estabas sintiendo en ese instante... estabas despertando. Tus ojos me miraban, pasando del miedo al odio... pasando del verde aceitunado que normalmente tenías al color violaceo característico en los de tu especie... Finalmente tu cuerpo recuperó su postura original... Y sonreíste.

-Así que... esto es lo que querías evitar, no es así? - preguntaste con una voz grave y sin sentimientos.
-Realmente no, esto es más divertido para mí.

Salté rapidamente hacia donde tu estabas pero esquivaste mi ataque, contraatacaste y pude vagamente evadirte sin evitar que mi brazo izquierdo resultara lastimado. La cosa se había puesto interesante para los dos.
El cazador se convertía en el cazado, la presa se convertía ahora en un león liberado dispuesto a matar. Un duelo interesante para mí, sin embargo, había algo en tu mirada que me mantenía sigiloso, y temeroso.
Intercambiamos golpes unas cuantas veces, ninguno era mortal para los dos, pero si ejercían algunas heridas que debíamos curar despues de que alguien ganara.

-Despidete, esta noche morirás. - dijiste sonriendo maliciosamente
-No lo creo, chiquillo - respondí un poco lleno de coraje al ver tu maldita sonrisa con un dejo de burla hacia mí.

Ambos nos preparamos para ese último ataque, todo se definiría en un solo instante. El más fuerte prevalecería. Salimos disparados hacia nuestro encuentro. Mi mano derecha perforo el lado izquierdo de tu abdomen mientras tu clavabas tus dedos en mi muñeca izquierda. Rodamos varios metros forcejeando, hasta que quedaste encima mio.

Tus ojos me miraban, sin mostrar alguna huella de dolor. Con tu mano izquierda tomaste mi mano derecha, sacandola lentamente de tu cuerpo, la sangre fluía con presión y ni así mostrabas un signo de debilidad. Solo había fuerza en tus manos que me apresaban... y por primera vez sentí terror. No podía moverme, y lo notabas. Apretaste fuertemente con tu brazo mi cuello, casí rompiéndolo.

Miré tus ojos violetas, que me miraban con una demoniaca pasión, tu instinto mortal probablemente había despertado completamente y sabía lo que venía: una muerte dolorosa para mí mientras te alimentabas de mi sangre, rompiendo mis entrañas y disfrutando de aquellos momentos.

Cerré mis ojos aceptando mi derrota, esperando ese momento con impotencia.

Sin embargo, solo hubo silencio. Algo toco mis labios, algo calido y suave. presionandolos e incitándolos a abrirse lentamente. Algo húmedo se introdujo dentro de mi boca... era tu lengua.
Instintivamente respondí a ese beso mortal. La pasión fue provocandome y me perdí entre tus labios. Los labios de mi enemigo. Los labios de mi presa...

Abrí los ojos, me mirabas todavía. Quedé hipnotizado ante ellos y, aunque liberaste mis manos con suavidad, no pude hacer nada.

De pronto clavaste una de tus manos en mi abdomen, justo como yo lo había hecho antes. Solté un grito de dolor.

-Ahora sí estamos a mano - dijiste, mientras lamías tus dedos llenos de mi sangre -, no trates de matarme nuevamente, porque la proxima vez no tendré compasión. Despues de todo, somos lo mismo. Tus ojos dorados no son como los míos, pero somos lo mismo... no somos humanos... somos seres monstruosos que se disfrazan como ellos. Algún día lo entenderás.

Desapareciste como el viento mientras me quedaba ahi tirado. Perdí la consciencia no se si debido a la sangre que perdí, el esfuerzo por sanar mis heridas o por el coraje de ser humillado por alguien como tú.

Y en mi sueño inconsciente pude recordar el beso que me diste.

1 comentario:

Martin Borggeher dijo...

En serio ere sun genio !!

Hiciste mi dia tÍo, salvaste mi noche y con desesperacion mi madrugada.
No puedo creer que por fin encuentre aquello que tanto busque por tantos años, tantas noches y tantas interminables pesadillas, tu relato se acompaña mejor con in the hall of the mountain de Edvard Grieg, sin duda muy bueno, no habia leido algo tan bueno en bastante tiempo.

Hiciste que el tiempo y la esperanza regresaran a mi : Gracias !

Martin