Hay muchas cosas de mi que la gente que me rodea no conoce. Hay lados que son tan oscuros que no todos pueden soportar y es por eso que los guardo en mi interior. Algunos han sido superados y otros no.
Siempre quise morir...
No causar mi propia muerte, ni algo por el estilo, pero siempre quise morir.
Cada día pensaba minimo 10 veces en como podía morir y el impacto que causaría.
Veía las noticias y cuando hablaban de tragedias siempre desee ser yo el que estaba ahí.
Morir. El fin de mi existencia. Un cambio drástico.
No sentía que encajaba en este mundo. Me sentía extraño entre la multitud que me rodeaba. Era ajeno a todo y a todos. Nadie conocía a mi verdadero yo.
Solamente 3 veces planeé quitarme la vida cuando era joven. Nunca pude hacerlo. Duh! es obvio, si no no estaría aquí. Siempre fui el cobarde que al último minuto se arrepentía porque tenía iedo de que algo saliera mal y quedara postrado en cama con un coma o algo similar.
No puedo decir que me arrepiento de haberlo intentado, porque sería falso. Creo que eso me ha llevado a donde estoy.
Además, muchas veces mi sentido de muerte venía para pensar en como podía dañar a algunas personas. Los primeros afectados, mi familia, mis amigos. Siempre pensé que con mi muerte se perdonarían mis pecados, errores y defectos. Siempre pense en el arrepentimiento de la gente al haberme lastimado y en si sus vidas serían vacias si yo no estuviera.
Siempre pensé que no les afectaría. Al final no era más que una sombra pasajera que solo pasaba momentaneamente por el mundo.
Muerte...
Y efectos...
Cuando han muerto personas que me rodean siempre he sufrido y nunca he podido ver sus rostros sin vida. No quiero pensar en ello porque siento que los olvidaré. Siento que se desvanecera todo recuerdo que tengo de ellos y que al final solo quedará esa imagen inerte.
Y tuve miedo de querer ocupar su lugar.
"quiero morir", siempre pensaba.
"quiero morir", siempre deseaba.
Y al final, despertaba en un día nuevo y veía que mi deseo no se cumplía.
Jamás se cumplió.
Ahora los cambios vienen. Mi deseo de morir cambió durante un largo rato, quería vivir y ser feliz.
Escapó. Se fue de mí.
Pero ahora, algunas veces, me pregunto otra vez si morir estaría bien. Solo lo pregunto, ya no lo deseo con tantas ansias.
Ahora tengo miedo de morir.
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